El genocidio camboyano fue ejecutado por el régimen de los Jemeres Rojos, el partido político que gobernó la llamada Kampuchea Democrática de ideología maoísta entre 1975 y 1979, con una concepción extremista de revolución. Durante el tiempo del gobierno de los Jemeres Rojos desaparecieron entre dos y tres millones de personas, por lo cual se constituyó en 2006 un Tribunal internacional para llevar a cabo el Juicio a los Jemeres Rojos en 2007.
El discurso del llamado Partido Democrático de Camboya (DC) que se conoce como los Jemeres Rojos al inaugurar su régimen en abril de 1975 en Phnom Penh fue el de que dos mil años de historia del país habían terminado para comenzar una nueva época (Camboya Año Cero). Bajo dicha perspectiva, absolutamente todo lo que representase el decretado pasado, debía desaparecer: la moneda, el mercado, la educación, las maneras de vestirse, la religión, los libros, lo que viniese del extranjero, las formas tradicionales de gobierno, la familia y todo las demás cosas que fueron declaradas cosas del feudalismo. Como dice D. Chandler en su libro “A history of Cambodia”, ningún otro gobierno en la historia del país hubo logrado cambios tan radicales y tantos en tan breve tiempo.
Tras la retirada de las tropas estadounidenses tanto de Vietnam del Sur como de Camboya, en Phnom Penh se instauró el régimen de Pol Pot, máximo líder de los jemeres rojos, quien lideraría el país hasta octubre de 1979. La aplicación literal del maoísmo y la declaración de una nueva era denominada Camboya Año Cero, dieron lugar al genocidio camboyano cuya discusión está todavía en boga. Entre las primeras medidas que el régimen de Pol Pot implantó en el país estuvieron la eliminación literal de los conglomerados urbanos y la declaración de los habitantes de la ciudad como enemigos del Estado, la desaparición de la moneda, el comercio, el mercado, las escuelas, la literatura, toda forma de arte y las religiones. La eliminación sistemática de la oposición con sus familias y todos los que a los ojos del Estado eran declarados enemigos, hicieron que se instalaran prisiones de tortura en algunas de las antiguas escuelas, de las cuales la más célebre se encuentra en Phnom Penh, denominada Tuol Slang, la "colina de la muerte", hoy conocida como "museo del genocidio". Así mismo, a unos ocho kilómetros de Tuol Slang, en las afueras de Phnom Penh, se conserva hoy uno de los innumerables campos de exterminio en donde eran asesinados los llamados enemigos del Estado con sus familias después de caminar en condiciones infrahumanas desde las cárceles.
La comunidad internacional guardó silencio alrededor de esta situación. Por otra parte, el régimen aisló completamente el país no permitiendo el ingreso de ningún organismo extranjero. Durante 1975 y 1979 Camboya se convirtió en el primer productor mundial de arroz, mientras quienes lo cosechaban morían de hambre y desnutrición. Tímidas denuncias se hicieron de parte de países como Australia, India y Nueva Zelanda, pero no fueron escuchadas. Fue sólo con la invasión del Vietnam en octubre de 1979 y el derrocamiento del régimen Pol Pot, que se empezó un lento y doloroso descubrir de la realidad que se estaba viviendo en Camboya.
Las Naciones Unidas comenzaron desde 1993 a presionar al nuevo estado para realizar el juicio por crímenes de guerra a los altos dirigentes de los jemeres rojos, pero por una parte los anhelos de paz de muchos, la negación sistemática de algunos intelectuales, especialmente extranjeros, de la realidad del genocidio, el temor de muchos otros a denunciar, ha dado pocos resultados al respecto. Sin embargo, en junio de 2003, Hans Corell, jefe del Consejo jurídico de la Organización de las Naciones Unidas, firmó un convenio en Camboya con el gobierno que permite el establecimiento de un tribunal de genocidio. Dicho convenio fue el culmen de cinco años de negociaciones entre la ONU y el gobierno.
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